Bueno, no sabía donde meter esto, es una novela escrita por varias personas, la empezamos escribiendo hace años un amigo mío que se llama Jaime y yo, pero al final nunca la terminamos. Hace unos días la he vuelto a retomar, le propuse la idea a dos amigos más y le encantó, por lo que la historia va a seguir, lenta, pero seguirá, por ahora sólo puedo poneros hasta el cuarto capítulo, que era lo que ya había hecho, pero lo haré por semanas, no son capítulos muy largos, eh!!! así que, espero que le disfruteis y sobre todo, que la critiqueis todo lo que haga falta, que todo sirve para mejorar.
El primer capítulo lo escribió Jaime, menos la parte final que está en negrita que la escribí yo.
CAPÍTULO I --> JORGE
Este capítulo lo escribió Jai, excepto la última parte en negrita y cursiva que es mía.
La puerta se cerró de golpe. Se me ocurrió que está vez se iba para siempre. No podía estar seguro, simplemente pensé que su despedida definitiva debía de ser ruidosa; tal y como lo había sido su aparición: había incrustado su Peugeot 305 contra la parte derecha de mi Renault 19. Por fortuna estaba sólo en el coche.
Me gustó desde el primer momento, nada más verla acercarse a mí, aturdida aún por el accidente. No es que fuera especialmente atractiva; a pesar de su largísimo pelo de color castaño, casi negro, con el que no podía pasar desapercibida y de tener una bonita figura (aunque tal vez con algunos kilos de más), había algo en el conjunto que fallaba. Quizá fuera la expresión infantil de su rostro con unas mejillas demasiado redondeadas que chocaban con su nariz afilada. De todas formas había algo en ella que me empujó a desear conocerla más a fondo.
Así que un par de semanas después, aprovechando que aún conservaba su número de teléfono (supongo que no por casualidad), la llamé para pedirle una cita. Accedió y después todo fue muy rápido, tal vez demasiado, de modo que en un par de meses ya compartíamos piso.
Entonces fue cuando comprendí que nuestra relación no iba a ser fácil. Desde el principio me había dejado claro que ella no estaba dispuesta a ser monógama, y yo, que nunca he sido una persona posesiva ni celosa, lo acepté sin refunfuñar. Pero los problemas empezaron a surgir cuando empezó a traerse sus ligues a casa, sin preocuparse de si yo estaba o no en el apartamento. Sin duda su vida sexual era mucho más activa que la mía; en nuestra primera bronca ella me dijo que por eso estaba frustrado. Tal vez no entendía que a mí me bastaba con ella. También es verdad que yo no me comporté como un caballero; la llamé puta, cosa de la que aún hoy me arrepiento. Después de esa primera discusión, decidí que en adelante me comportaría con más serenidad, que nunca volvería a perder los estribos. Pero ella no me lo puso fácil, a partir de ese momento empezó a traer hombres con más asiduidad y a cualquier hora del día, no solo por la noche, como había hecho al principio y, supongo que para mortificarme más, disfrutaba del sexo como antes jamás lo había hecho. Nunca la había oido gritar de aquella forma cuando follaba conmigo y, claro está, mi amor propio se resintió. Cada vez que aparecía con un hombre en casa yo me largaba cuanto antes, no quería oírla.
Desde entonces cada vez que discutíamos, cosa que por suerte tampoco ocurría con mucha frecuencia, ella desaparecía por un par de días. En ocasiones se largaba en mitad de una discusión, haciéndome sentir ridículo. A pesar de todo ello, juraría que nos seguíamos queriendo como el primer día.
Además poco a poco fuimos dejando de hacer el amor. No por su culpa, Mónica rara vez ponía objeciones, sino más bien porque yo ya no conseguía relajarme lo suficiente como para disfrutar…
pero ¿cómo iba a hacerlo? No podía, cada vez que lo intentaba me venía a la mente el último amante q había entrado por su casa, y luego… me miraba a mí mismo…[/b]