Servidor
de mentes sin temor,
de esfuerzos trabajados.
Trabado,
por el destino en tu dolor,
por en tu herida el corazón,
por un trabado servidor al sintesón.
Pues en tu descanso
no hay remo para el soñado
que sueña ahora descansado
por este mar iluminado y manso.
Quién remará en el remanso acampado,
quién pulirá tu timón astillado.
Quién, y dime quién, y dime quién,
en tu puerto, por ti a saber,
ver esclarecer el amanecer
incierto, al contemplar tu concierto anclado.
La dura noche
que en la mar derroche
al por tus aguas caminar.
Del barco surca,
que por las olas busca,
al por afán el navegar.